- (Aviso de spoilers, pero de spoilers flojitos) -
Hablar de Jon Nieve y Kit Harrington, que es el chiquín que hace de él en Juego de Tronos, es hablar un poco de la misma cosa. Ambos son guapos, callados sin conseguir parecer interesantes por muchos pucheros que nos hagan, y se encuentran constantemente lidiando con la comparación que facilitan los demás personajes de la saga y los actores que los interpretan. Que son, en la inmensa mayoría de los casos, mucho mejores que él.
Jon Nieve es un pobre adolescente que en un mundo algo menos cruel que el de Canción de hielo y fuego se habría dedicado a limarse las venas mientras escuchaba a My Chemical Romance sin hacerle daño a nadie, a lo suyo, resguardado bajo un flequillo hiperbólico que le protegería del mundo exterior, del complejo y carismático mundo exterior que tan amenazante se le ofrecía. Pero estamos en Poniente, tu padre es el honorabilísimo Eddard Stark, tu madre se encuentra en paradero desconocido (probablemente destripada en algún lupanar), tu madre adoptiva te odia, tu hermano mayor sale en El Hormiguero, tu hermano pequeño es un tullido y además un coñazo que lo mejor que ha hecho en su vida es no asomar la jeta por la quinta temporada, tu hermana pequeña tiene toda la pinta de poder darte de hostias, y, lo peor de todo, estás atrapado en un Muro de hielo donde no suele pasar nunca nada interesante y tu único amigo es un gordo inútil al que, sin embargo, las novias le duran más que a ti. Sí, lo tienes crudo, y es normal que camines por la vida así de revenío.
Kit Harrington, por su parte, es un actor mediocre rodeado de excepcionales talentos y al que desde siempre le han dejado las líneas más aburridas de guión. Jon Nieve, en efecto, no sabe lo que es el sarcasmo, ni la ironía, ni los dobles sentidos, ni la manipulación, y así es que está claro que en Juego de Tronos no te vas a comer un colín.
Sin embargo, en esta quinta temporada, a falta de dos capítulos para que clausure, algo ha cambiado. Algo pasa con Jon Nieve, con ese pelagatos que cada vez que asomaba su inmaculado jeto (al que no le crece bien ni la barba) nos hacía gritar enojados que volvieran el enano, o las tetas, o ambos a la vez. Jon Nieve, ergo Kit Harrington (totalmente fagocitado por el personaje, pero de la manera menos glamurosa posible), de repente mola. De repente es posible que sea de lo mejor del chou. ¿Cómo es esto posible? 10 sencillas razones.
- 1. Por el (incomprendido) estilo de actuación de Kit Harrington. Que este chico tenga más o menos la misma expresividad que mi pene en días no laborables no quita que no le venga genial a un personaje como Jon Nieve. Su voz susurrante, su perpetuo gesto adusto y su pelo horrible redundan ejemplarmente en lo que se quiere transmitir al público: Jon Nieve es un tipo torturado, ambiguo, con una shakesperiana lucha interna, con un turbulento pasado. Nada de esto es verdad, pero el actor hace que lo sea.
- 2. Porque el mismo actor es consciente de que es un inútil. Y, como consciente que es, se ríe de sí mismo, en una actitud encomiable que de seguir todos en el mundo no habría más guerras, ni Bodas Rojas, ni libros de Paulo Coelho, ni pitadas al himno. Bravo por él. En este vídeo estupendoso podréis ver a qué me refiero:
- 3. Porque Kit Harrington salía en Pompeya, que es una peli que no pienso ver ni aunque amenacen a mi familia, pero que sé que ahí su protagonista era un gladiador llamado Milo. Un gladiador. Llamado Milo. En una película de mierda. Probablemente hasta fuera gay. Aquí hay mucho de molaridad, aunque de la no tan obvia. De la profunda.
- 4. Porque no sabe guiñar el ojo. En ocasiones lo molón y lo adorable/penosillo se retroalimentan.
- 5. Porque tiene un lobo wargo. Sí, lo lleva teniendo desde el piloto, y es albino y se llama Fantasma, pero eh, que en la actual temporada ha asomado el hocico y todo. En un capítulo. Durante cuarenta segundos. Supongo que todo el dinero se lo gastaron en los dragones y en pillar farlopa cuando fueron a Sevilla. En fin.
- 6. Porque su personaje es el que ha tenido el desarrollo más cuidado y lógico. Jon Nieve es una cagarruta cuyos diálogos no querría para sí ni el yonki que escribió Mad Max. Fury Road (en caso de que alguien tuviera la pachorra de haber escrito eso y firmarlo como tal, claro). Concedido. Y sin embargo, en una serie tan caótica como Juego de Tronos, cuya huida hacia adelante quemando libros y nervios de fans se ha saldado con un actual sindiós muy currete, el hijo bastardo de Ned Stark es una garantía de coherencia y saber hacer, cuyas decisiones y reacciones se ajustan a la perfección con lo que nos imaginaríamos en un tipo que ha pasado por peripecias semejantes. En otras palabras, que no es una Daenerys de la vida, aunque sea tan juapo como ella.
- 7. Porque Melisandre le pone ojitos y aún así no se la ha follado. Jon Nieve es un ejemplo a seguir de masculinidad, en cuanto a una masculinidad no tan susceptible a caer rendido impepinablemente ante un buen par de tetas, como en este caso el que se gasta Carice Van Houten. No, él se mantiene en sus trece. Firme. Guarda el luto por su amiguita salvaje a la que tan espléndidamente le aguaba la chirla; supone que la sacerdotista está más pacá que pallá; y, además, sabe que esta tipa es una ofrecida que le enseña los privilegios al primero que pasa. Esto con Jon Nieve no vale, bitch. A éste no va a ser tan fácil conquistarle. Éste tiene dignidad. Honor. Éste es NUESTRO HOMBRE.
Hablar de Jon Nieve y Kit Harrington, que es el chiquín que hace de él en Juego de Tronos, es hablar un poco de la misma cosa. Ambos son guapos, callados sin conseguir parecer interesantes por muchos pucheros que nos hagan, y se encuentran constantemente lidiando con la comparación que facilitan los demás personajes de la saga y los actores que los interpretan. Que son, en la inmensa mayoría de los casos, mucho mejores que él.
Jon Nieve es un pobre adolescente que en un mundo algo menos cruel que el de Canción de hielo y fuego se habría dedicado a limarse las venas mientras escuchaba a My Chemical Romance sin hacerle daño a nadie, a lo suyo, resguardado bajo un flequillo hiperbólico que le protegería del mundo exterior, del complejo y carismático mundo exterior que tan amenazante se le ofrecía. Pero estamos en Poniente, tu padre es el honorabilísimo Eddard Stark, tu madre se encuentra en paradero desconocido (probablemente destripada en algún lupanar), tu madre adoptiva te odia, tu hermano mayor sale en El Hormiguero, tu hermano pequeño es un tullido y además un coñazo que lo mejor que ha hecho en su vida es no asomar la jeta por la quinta temporada, tu hermana pequeña tiene toda la pinta de poder darte de hostias, y, lo peor de todo, estás atrapado en un Muro de hielo donde no suele pasar nunca nada interesante y tu único amigo es un gordo inútil al que, sin embargo, las novias le duran más que a ti. Sí, lo tienes crudo, y es normal que camines por la vida así de revenío.
Jon Nieve fracturándose la cara por cinco sitios |
Kit Harrington, por su parte, es un actor mediocre rodeado de excepcionales talentos y al que desde siempre le han dejado las líneas más aburridas de guión. Jon Nieve, en efecto, no sabe lo que es el sarcasmo, ni la ironía, ni los dobles sentidos, ni la manipulación, y así es que está claro que en Juego de Tronos no te vas a comer un colín.
Sin embargo, en esta quinta temporada, a falta de dos capítulos para que clausure, algo ha cambiado. Algo pasa con Jon Nieve, con ese pelagatos que cada vez que asomaba su inmaculado jeto (al que no le crece bien ni la barba) nos hacía gritar enojados que volvieran el enano, o las tetas, o ambos a la vez. Jon Nieve, ergo Kit Harrington (totalmente fagocitado por el personaje, pero de la manera menos glamurosa posible), de repente mola. De repente es posible que sea de lo mejor del chou. ¿Cómo es esto posible? 10 sencillas razones.
- 1. Por el (incomprendido) estilo de actuación de Kit Harrington. Que este chico tenga más o menos la misma expresividad que mi pene en días no laborables no quita que no le venga genial a un personaje como Jon Nieve. Su voz susurrante, su perpetuo gesto adusto y su pelo horrible redundan ejemplarmente en lo que se quiere transmitir al público: Jon Nieve es un tipo torturado, ambiguo, con una shakesperiana lucha interna, con un turbulento pasado. Nada de esto es verdad, pero el actor hace que lo sea.
- 2. Porque el mismo actor es consciente de que es un inútil. Y, como consciente que es, se ríe de sí mismo, en una actitud encomiable que de seguir todos en el mundo no habría más guerras, ni Bodas Rojas, ni libros de Paulo Coelho, ni pitadas al himno. Bravo por él. En este vídeo estupendoso podréis ver a qué me refiero:
- 3. Porque Kit Harrington salía en Pompeya, que es una peli que no pienso ver ni aunque amenacen a mi familia, pero que sé que ahí su protagonista era un gladiador llamado Milo. Un gladiador. Llamado Milo. En una película de mierda. Probablemente hasta fuera gay. Aquí hay mucho de molaridad, aunque de la no tan obvia. De la profunda.
- 4. Porque no sabe guiñar el ojo. En ocasiones lo molón y lo adorable/penosillo se retroalimentan.
- 6. Porque su personaje es el que ha tenido el desarrollo más cuidado y lógico. Jon Nieve es una cagarruta cuyos diálogos no querría para sí ni el yonki que escribió Mad Max. Fury Road (en caso de que alguien tuviera la pachorra de haber escrito eso y firmarlo como tal, claro). Concedido. Y sin embargo, en una serie tan caótica como Juego de Tronos, cuya huida hacia adelante quemando libros y nervios de fans se ha saldado con un actual sindiós muy currete, el hijo bastardo de Ned Stark es una garantía de coherencia y saber hacer, cuyas decisiones y reacciones se ajustan a la perfección con lo que nos imaginaríamos en un tipo que ha pasado por peripecias semejantes. En otras palabras, que no es una Daenerys de la vida, aunque sea tan juapo como ella.
Juro solemnemente que esto es un gif |
- 7. Porque Melisandre le pone ojitos y aún así no se la ha follado. Jon Nieve es un ejemplo a seguir de masculinidad, en cuanto a una masculinidad no tan susceptible a caer rendido impepinablemente ante un buen par de tetas, como en este caso el que se gasta Carice Van Houten. No, él se mantiene en sus trece. Firme. Guarda el luto por su amiguita salvaje a la que tan espléndidamente le aguaba la chirla; supone que la sacerdotista está más pacá que pallá; y, además, sabe que esta tipa es una ofrecida que le enseña los privilegios al primero que pasa. Esto con Jon Nieve no vale, bitch. A éste no va a ser tan fácil conquistarle. Éste tiene dignidad. Honor. Éste es NUESTRO HOMBRE.
Siempre hay que mantener las buenas costumbres |
- 8. Porque el actor se llama Kit. Bueno, supongo que se tratará en realidad de un nombre artístico muy inspirado, tipo Chiwetel Ejiofoor, pero en cualquier caso es una pasada, un monosilábico que mola tanto escribir como pronunciar. Kit. Simplemente Kit.
- 9. Porque salió en el musical de Coldplay y Juego de Tronos versionando el Wild Thing de The Troggs. En el absolutamente maravilloso sketch, Kit no sólo nos encandiló demostrando que su inmovilidad facial rozaba lo surrealista (guiño guiño), sino que encima insistió en su notable vis cómica y probó a cantar, y lo hizo con mucha cercanía y muy buen gusto. Aquí está el vídeo con el que te convalidan la quinta temporada de Juego de Tronos; Kit da el espectáculo alrededor del minuto 6, pero no verlo entero es un error lamentable:
- 10. Por Casa Austera. En verdad os digo que el artículo en sí ha sido justificado por el octavo episodio de la quinta temporada, que como muchos sabrán estaba siendo un truño como un puño hasta ese momento. Son los últimos veinte minutos del capítulo de marras los que han reconciliado a Jon Nieve con el sector del público que le faltaba por seducir, demostrando entrega, valor, habilidad, e incluso algo muy parecido al CARISMA. Son estos últimos veinte minutos, como digo, los que le han convertido en el elegido para salvar Juego de Tronos de la mediocridad. Ni Tyrion, ni Jaime, ni mucho menos Daenerys. Jon. Jon Nieve. El bastardo de Invernalia, el muchacho guapito y soso despertador de tantísimas indiferencias, que ahora se ha levantado empuñando el acero valyrio y nos ha callado la boca. Y es que, ¿quién necesita saber actuar cuando, además de llamarte Kit, eres un puto HÉROE? Creo que está bastante claro.
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