El silencio se ha adueñado de la caseta número 0. Alrededor, zumban los mosquitos, los pasos, y una voz por megafonía que nos revela que Marwan firma libros, y que debería importarnos. Yo sólo tengo ojos, ni que decir tiene, para mi interlocutor, que acaso pronto podría convertirse en mi asesino.
PÉREZ-REVERTE: (Lívido) Creo que no le he entendido bien.
EL MENDA: ¿No? (El nerviosismo deviene en insensata agresividad) Pues se supone que estoy hablando su idioma. El directo, el que no conoce los eufemismos. Su libro no es flojo ni mediocre. Su libro es una puta mierda.
PR: ¿Podría (Hace una pausa, tembloroso, elucubrando el sopapo), al menos, explicarme las razones?
EM: Podría, pero usted las conoce.
PR: ¿Yo las conozco?
EM: En efecto, don Arturo. Aunque no me crea, soy uno de sus más grandes admiradores, y me entristecería mucho descubrir que tal admiración es infundada. Todos tenemos nuestros tropiezos, pero debemos saber girar la cabeza, advertirlos, y llamarlos por su nombre.
PR: Me sorprende su elocuencia, soplador de vidrio. ¿Por qué no prueba usted a escribir una novela? Ya que tan claro lo tiene. Cómo ha de ser una buena.
EM: Para mí una buena novela es La Reina del Sur. O La tabla de Flandes. O cualquiera de los Alatristes.
PR: Ahora me halaga usted.
EM: Yo no diría eso, porque sabe que ésos son buenos libros, así como desearía que fuera consciente de que Hombres buenos a su lado es un vómito de tinta digno de E.L. James. O de una adaptación de Tele5.
PR: (Resopla) Y ahora va a hablarme de Tele5. Sí, sé que no tendría que haber permitido que hicieran ediciones de El Capitán Alatriste promocionando la serie...
EM: ¿Qué es eso de que debieron buscar un historiador, don Arturo? ¿No tenían bastante con usted? ¿No debió usted supervisarlo, confirmar que era una basura y declarar que se desentendía del tema una vez que no hubo vuelta atrás? Supongo que hubo mucha pasta de por medio, pero usted es famoso por su sinceridad, por decir siempre lo que piensa aunque no sea lo más prudente. Y eso de que no podemos tener aquí series como la HBO... ¿ha visto usted El Ministerio del Tiempo?
PR: Me parece que tendrá que afinar más los tiros. O probar a ser mínimamente original.
EM: Y mi polla daba más el pego como Alatriste que Aitor Luna.
PR: (Carraspea) Aitor Luna, pese a su juventud...
EM: Y una polaca interpretando a María de Castro. ¿No tuvimos bastante con Viggo Mortensen hablando en argentino?
PR: (Para sus adentros) Hace mucho que no sé nada de Agustín Díaz-Llanes...
EM: Y esos doblajes, esa iluminación... Dios mío, don Arturo, ¿cómo pudo permitir eso? ¿Qué es lo que le ha pasado? (Mi voz se torna en lamento) Usted antes molaba.
PR: ¡Y sigo molando! (Pierde definitivamente la paciencia) ¿Usted quién cojones se cree que es para insinuarme que ya no molo? Soy el jodido Arturo Pérez-Reverte. Yo escribo de puta madre, hablo de puta madre y me documento de puta madre. ¿Hombres buenos no está documentado de puta madre?
EM: Sí (Tengo la oportunidad de relajarme); de hecho es tan fácil visualizar sus ambientes y escenarios; olerlos, vivirlos, como en sus otras novelas.
PR: Menos mal, no es usted un completo ignorante después de todo. ¿Podría aclararme, ya puestos, por qué piensa esas otras cosas tan lamentables de Hombres buenos y apartarse por siempre de mi vista?
EM: Con gusto. Su libro no posee una historia que enganche. La mayoría de sus personajes carecen de atractivo. No ocurre nada en las quinientas y pico páginas que tiene. Los diálogos son planos, inmóviles, sosos. Vale que el hecho de ir a comprar una enciclopedia difícilmente daría pie a una aventura de acción frenética, pero hasta La carta esférica tenía más acción.
PR: Mi libro es, ante todo, un libro reflexivo. La acción se sustenta en el diálogo. En los razonamientos de sus personajes. Todo redunda en un mensaje, en una visión de España.
EM: Una visión de España por la cual los españoles somos en gran medida, o en toda, culpables de nuestro triste destino. Los penosos gobernantes que siempre hemos tenido han ayudado pero, ante todo, España es el país de la envidia, la estulticia, la incultura y la barbarie.
PR: (Asiente complacido) En efecto.
EM: La cosa es, don Arturo, que creo que esa visión de España ya ha quedado muy clara con sus libros anteriores. O con sus columnas. O con cada vez que aparece en los medios para cagarse en los muertos de alguien. Algo que hacía con bastante gracia, puedo asegurárselo, hace diez años.
PR: Todos los escritores escriben siempre el mismo libro.
EM: Pero todos han de tratar de disimularlo. Hombres buenos es lo mismo de siempre; los diálogos no son más que reciclajes de páginas mucho más brillantes de Alatriste o Un día de cólera, o del último párrafo de cada columna de El Semanal. ¿"Una historia de España"? Creo que dicha historia viene siendo la misma desde El húsar. Punto por punto. Insulto por insulto.
PR: Es usted un perfecto mierda.
EM: O Cabo Trafalgar. O La sombra del águila. Buenas novelas, novelas divertidas, ocurrentes, que hablan de lo mismo de lo que habla usted siempre pero lo hacen con gracia y novedad. ¿Podría usted ahora, a sus años, volver a escribir una joyita como La sombra del águila? ¿Con esa concisión, esa caricatura, ese tono tan bien calculado?
PR: Me está usted tocando los aparejos.
EM: Yo creo que no. La mala leche se le ha cortado. Y ahora no hay quien se la beba.
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